Vamos
a hablar de la reinvención de un país, de un país de países. Utilizo la palabra
“país” para no empezar polemizando: no es relevante, a estas alturas, que lo
llamemos nación -o nación de naciones- y no es suficiente que lo llamemos
“estado” pues no se trata de proponer una nueva cáscara institucional sino algo
más hondo y sentido que afecta no sólo a la organización colectiva de recursos
y personas, sino también al sentimiento, a la identidad.