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miércoles, 20 de septiembre de 2017

¡Basta ya!: La izquierda dice NO al procés

La izquierda nacionalista, pero también una parte de la izquierda del conjunto de España, se ha sumado a la hoja de ruta diseñada por el independentismo catalán. Esto incluye la aceptación de una serie de premisas ideológicas, políticas y culturales. Nosotros consideramos que muchas de estas premisas están completamente alejadas de los valores y de los objetivos de justicia, solidaridad y multiculturalidad por los que hemos venido luchando durante muchos años.

No es una mera cuestión ideológica. Si no conseguimos aislar al independentismo la agenda nacional va a deglutir en poco tiempo la agenda antineoliberal en toda España y las fuerzas conservadoras van a recuperar la hegemonía al norte y al sur del Ebro. Es altamente probable, además, que esta dinámica contagie a otras regiones de España y también de Europa sustituyendo las políticas territoriales de índole solidario, que la izquierda está intentando poner en marcha en toda Europa para arrinconar al neoliberalismo, por otras basadas en la exacerbación y la competencia nacional y territorial.

Siempre hemos estado y seguiremos estando a favor del derecho a la autodeterminación de las naciones oprimidas, y siempre hemos apoyando los procesos de descolonización que le pongan fin al sometimiento de una nación por otra. Apoyamos un orden en el que los conflictos sean solucionados siguiendo el principio de justicia y de solidaridad con las partes más débiles, y apostamos por una sociedad en la que las culturas y las identidades coexistan de forma armoniosa y no excluyente. Desde luego somos conscientes de la importancia que tienen las identidades colectivas para cualquier proyecto y que su construcción es una tarea política que ha sido descuidada dejándoles a  los nacionalistas de uno y de otro signo el campo libre para hacerlo a su gusto. Pero consideramos un grave error anteponer los posicionamientos identitarios al análisis racional de la realidad.  La historia europea del siglo XX está llena de ejemplos y la izquierda no puede ignorarlos bajo ningún concepto.

Sentimos un profundo desacuerdo con el procés porque Cataluña no tiene nada que ver con una nación colonizada u oprimida. Se trata de la región más desarrollada y rica del Estado, tiene un elevado nivel de autogobierno y otros territorios y culturas sufrieron, al menos, las mismas arbitrariedades durante la dictadura de Franco. Consideramos que el discurso supremacista de los protagonistas del procés está muy próximo al discurso de sectores de la derecha europea en relación con los países del sur de Europa de los que desean desvincularse para poder cancelar toda forma de solidaridad territorial: no es casualidad que su utopía sea convertir a Cataluña “en la Finlandia del Mediterráneo”. El procés busca generar un choque de identidades similar al “choque de civilizaciones” que rechazamos pues ambos abordan los problemas complejos manipulando los instintos primarios de las clases más desfavorecidas. Rechazamos la tergiversación de la historia, así como la  utilización de autores como Marx, Engels, Lenin o Trotzki para legitimar un proyecto antisolidario destinado a dividir a las clases populares españolas. Pero sobre todo rechazamos la retórica del “derecho a decidir” tal y como ha sido formulado por los independentistas. Se basa en una visión sesgada de la participación pues no reconoce el resultado de las urnas, no quiere que se pueda decidir entre una España regenerada sino sólo entre el país actual que todos queremos cambiar y la independencia. No se ha asegurado en ningún momento la presencia igualitaria de todas las opiniones en los medios de comunicación oficiales discriminando durante años a los no independentistas.  Obliga a muchas personas a optar artificialmente por una de sus dos identidades. Excluye de dicho derecho a los no residentes en Cataluña a pesar de que sus vidas se verían seriamente afectadas por el resultado de la consulta. Además,  sus impulsores no tienen pedigrí democrático suficiente: el no reconocimiento del resultado de las elecciones plebiscitarias de 2015 y el golpe de estado institucional del 6 de septiembre de 2017 es un ejemplo que debería hacer pensar a toda persona de buena voluntad. Nos parece un acto de gran irresponsabilidad banalizar, además, el fenómeno estatal, coquetear con la destrucción del estado español en pleno neoliberalismo e identificar el período constitucional de 1978 con el régimen franquista. Como ciudadanos implicados durante muchos años en la lucha por la democracia, la justicia social y por un orden económico solidario y ambientalmente sostenible, nos sentimos profundamente ofendidos cuando se vincula nuestra oposición al independentismo con la derecha española y al “españolismo” como si España se redujera al régimen de 1939 y como si las izquierdas independentistas no estuvieran subordinando la cuestión social a la cuestión nacional aceptando los dictados de la derecha supremacista catalana. Al hacerlo, ignoran el significado que la palabra “España” ha tenido durante décadas para los antifascistas de todo el mundo, esquivan el significado de la Segunda República para todos los demócratas españoles, le quitan a los no catalanes el derecho a una identidad incluyente y tergiversan la historia para poder limpiarla de realidades incómodas. 

Los que queremos para nuestro país de países un régimen republicano basado en la solidaridad territorial, el multilingüismo y la justicia social, un régimen que trabaje por un orden mundial justo y pacífico, en el que todos los países y regiones tengan una oportunidad para su desarrollo  no podemos seguir asistiendo callados a este despropósito, no podemos seguir subordinando nuestro proyecto al guión independentista y poner en peligro todo por lo que hemos venido luchando: ¡basta ya: el procés no es la hoja de ruta de la izquierda!

Este es un llamamiento a todas las personas que abracen la causa de la justicia, la solidaridad y la multiculturalidad para que revisen su relación con el nacionalismo en todas sus variantes y muestren públicamente su oposición a la hoja de ruta independentista que lo ensalza y alimenta. También es un llamamiento para que participen de la construcción de una nueva identidad federal y compartida inspirada en las grandes tradiciones democráticas y republicanas; un llamamiento a que no se dejen engañar por la retórica democrática de los protagonistas del procés y antepongan la racionalidad a los sentimientos en estas horas de tensión. Si no lo hacemos, nos arriesgamos a vernos arrastrados por una dinámica en la que los argumentos nacionales e identitarios habrán conseguido colonizar el discurso político durante generaciones en detrimento de los valores de justicia y de solidaridad, los únicos que pueden aportar soluciones estables a los problemas que vive el mundo, Europa y nuestro país de países.

6 comentarios:

  1. Estimado Armando y demás compañeros/as que compartan este texto y/o manifiesto.

    Desde UNID (Unión Integral y Democrática de Todos los Pueblos) pensamos que hay un grave error de análisis y perspectiva en vuestras afirmaciones. Sin que, por supuesto, se os deba tachar de "españolistas" o derechistas, lo cierto es que no alcanzáis a considerar adecuadamente la naturaleza, significado y alcance del procés.
    En primer lugar, caéis en un internacionalismo descontextualizado y arcaico, propio de los años 70. No comprendéis la coherencia posible y necesaria entre el autogobierno local y la solidaridad global, que en estos últimos 20 años han sido desarrollados por distintos pueblos, desde Chiapas a Escocia, desde el País Vasco a los mapuches.
    En segundo lugar, obviáis que el procés es un movimiento popular de base y trasversal, acompañado pero no dirigido por la élite burguesa.
    Por último, no queréis ver sus consecuencias democratizadoras en el estado español. En Cataluña, en la realización del referéndum, está en juego el avance democrático o no del estado español. La posibilidad de autodeterminación, la reivindicación de la república, la puesta en práctica de que el poder está en el pueblo, que el poder sale del pueblo y no de las leyes autoritarias.

    Con todo el cariño, os agradeceríamos que revisárais vuestra posición, y mucho más después de las reacciones fascistas del gobierno de Mariano Rajoy.

    Un abrazo.

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  2. Totalmente de acuerdo compañero!! Bastas ya!!

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  3. Querida amiga. Estamos formando una red de personas con ideas parecidas a esta. Si te interesa podemos incluirte (afsteinko@gmail.com).

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    1. El problema no es la existencia o no de ese derecho, no es un problema entre demócratas contra no demócratas como se ha venido repitiendo durante décadas. Es un problema de la definición del demos con derecho a decidir. Simplemente es inaceptable que el resto de la población española, que se verá gravísiamente afectada por esa decición no pueda codecidir también. En este sentido se puede decir que se trata de una manipulación de dicho derecho. Los nacionalistas os han convencido de que el "Estado español" es un artificio frente a la naturalidad "Cataluña": consecuencia: su demos es el que tiene que decidir en exclusiva. Pero eso es una opinión política cogida con pinzas.

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    2. A Alberto Aguilera: no subestimes estos argumentos. Lo del procés es la culminación de un largo proceso basdo en el intento de crear un nuevo demos sobre la base de la destruccion del que existe y con la inevitabe consecuencia de la balcanización de la Península Ibérica. Todos los españoles debemos tener el derecho de decidir un paso tan trascendental. El que en Cataluña mucha gente haya escuchado estos argumentos desde pequeños no cambia en nada lo que acabo de decir. Es un proyecto político no democrático y su contenido republicano es meramente instrumental. No te dejes engañar: la dinámica nacional deglute el republicanismo y lo hacer cenizas. Una buena prueba es esa constitución "republicana" catalana en la que no hay una separación clara de los tres poderes etc. etc: intenta explorar el suelo firme de la realidad.

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    3. Disculpa: eres Juan Antonio Aguilera. Por cierto no caigas en la trampa del republicanismo de los indepes: si logran su objetivo será imposible una república ni al sur ni al norte del Ebro

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