Buscar este blog

viernes, 9 de septiembre de 2016

Antonio Santamaría: Catalunya ante el Onze de Setembre (publicado en El Viejo Topo el 8 de sep.2016)



Un esclarecedor artículo de Antonio Santamaría publicado en la revista El Viejo Topo sobre sobre la realidad política en Cataluña de cara al 11 de septiembre de 2016 que plantea los peligros de satelitización de En Comù Podem frente a los partidos indepedentistas. Es improbable que su indefinición en el tema nacional, en la que  en la que también cayeron en su día el PSC, Initiativa e incluso Izquierda Unida, no le lleve a pagar las consecuencias como han tenido pagar los partidos señalados. 


Antonio Santamaría: Catalunya ante el Onze de Setembre

El mes de septiembre se presenta en Catalunya con una inusitada actividad política. Los actos de la Diada Nacional servirán para preparar la moción de confianza del 28 de septiembre del president Carles Puigdmenont y, una vez superada, encarar el tramo final de la hoja de ruta soberanista.
Sobre los actos del Onze de Setembre, en el quinto año consecutivo que se plantean en clave independentista, planea el temor de los organizadores de la ANC de que no sean tan multitudinarios como en ediciones anteriores, lo cual sería interpretado como un síntoma del declive del movimiento independentista. En esta clave debe interpretarse la reunión “secreta” del 3 de septiembre en el Palau de la Generalitat entre una delegación de la CUP encabezada por Anna Gabriel y el president Puigdemont. El lunes, 5 de septiembre, Gabriel fue entrevistada por TV3 donde confirmó que apoyará a Puigdemont en la moción de confianza y se mostró abierta a votar a favor de los presupuestos cuyo voto contrario precipitó la moción de confianza y abrió la perspectiva de un adelanto electoral que ahora ha sido explícitamente descartado por la líder de la izquierda independentista. Además, añadió, que la convocatoria de un Referéndum Unilateral de Independencia (RUI) no será considerada una línea roja para apoyar las cuentas de la Generalitat.

Carles Puigdemont y Anna Gabriel
Tras un inicio de legislatura convulso donde la CUP exigió la cabeza de Artur Mas para desbloquear la investidura del president de la Generalitat y su veto a los Presupuestos, la formación de la izquierda independentista parece haber modificado el rumbo de su estrategia política para convertirse en el aliado fiel de Junts pel Sí en aras a culminar el proceso soberanista. La contradicción entre el carácter anticapitalista e independentista de la formación se ha resuelto a favor del segundo vector. De este modo, se verifica la máxima según la cual, en las formaciones del denominado nacionalismo de izquierdas, siempre el vector nacional se impone sobre el social. Ello es congruente con la base identitaria y social común tanto de Junts pel Sí como de la CUP y por el temor de que en unas elecciones anticipadas la izquierda independentista pague los platos rotos al ser declarada culpable de desencarrilar la hoja de ruta soberanista por su maximalismo ideológico.

Espacios simbólicos de confluencia
La campaña de la segunda vuelta de los comicios legislativos españoles estuvo marcada en Catalunya por los enfrentamientos entre PDC y ERC y En Comú Podem (ECP). Sin embargo, ahora asistimos a una aproximación entre el ala izquierda del movimiento independentista y el ámbito de los Comunes que puede interpretarse como el inicio de un proceso de satelización de ECP hacia las propuestas de ERC y CUP. Un primer síntoma de ello fue la decisión de la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, de participar en la manifestación independentista de la ANC. Podría explicarse que Colau, de acuerdo con su responsabilidad institucional, asista a los actos institucionales del Onze de Setembre, organizados por la Generalitat, pero no en una movilización organizada por una entidad nítidamente independentista y cuya expresidenta, Carme Forcadell, se presentó como cabeza de lista de Junts pel Sí. El carácter político de esta determinación se refuerza por la intención del líder de ECP, Xavier Domènech, de asistir junto con Colau a la manifestación de la ANC. 
Otro síntoma de este proceso de satelización se encuentra en el acto organizado por ERC, CUP y Podemos el 9 de septiembre en Sant Boi de Llobregat. Un espacio donde tradicionalmente el catalanismo de izquierdas celebraba la Diada Nacional, frente a los homenajes a la estatua de Rafael de Casanovas en Barcelona donde lo hacían los nacionalistas. El acto está concebido como un homenaje al recientemente fallecido Jordi Carbonell, uno de los padres intelectuales del independentismo de izquierdas y que contará con la asistencia de Oriol Junqueras, Anna Gabriel y Albano Dante, reciente vencedor de las primarias de Podemos y que no oculta sus simpatías por la CUP. El formato de este encuentro ha desencadenado todo tipo de especulaciones sobre un hipotético tripartito de izquierdas soberanista frente a la fórmula de Junts pel Sí que apartaría a la antigua Convergència –ahora PDC- de la dirección del movimiento independentista y que giraría nítidamente hacia la izquierda. De este modo, se buscaría ampliar las bases del movimiento independentista más allá de las clases medias catalanohablantes con el concurso del espacio de ECP, particularmente fuerte en los barrios de la periferia donde habitan los trabajadores, mayoritariamente de lengua castellana.

Justamente, Sant Boi de Llobregat ha sido el marco elegido por ECP para realizar su acto del Onze de Setembre, bajo el lemaPer un catalanisme popular, que quiere conmemorar la Diada de 1976, la primera autorizada tras la larga dictadura franquista. Este acto ha despertado numerosas especulaciones sobre su carácter de contraprogramación de la coalición parlamentaria Catalunya Sí Que Es Pot, donde no participa la formación Barcelona en Comú, liderada por Colau, para expresar su malestar por su anunciada asistencia al acto de la ANC. Ahora bien, no puede descartarse que la alcaldesa de Barcelona juegue con ambas barajas y participe por la mañana en el acto de ECP en Sant Boi y por la tarde en la concentración de la ANC en Barcelona.
En cualquier caso, el formato ideológico del acto de ECP en Sant Boi donde se quiere “recuperar el mejor espíritu de las clases populares del nuestro país para articular la base de la nueva Catalunya a construir, con plena soberanía y justicia social”, revela la penuria ideológica de la izquierda catalana que tiene que recurrir al constructo ideológico de la década de 1970 de historiadores como Josep Termes, Albert Balcells o Borja de Riquer, entonces en el ala nacionalista del PSUC, en polémica contra Jordi Solé Tura. Un planteamiento ideológico que ha sido contestado con rigor por Joan-Lluís Marfany en su magnífica obraLa cultura del catalanisme donde, en sintonía con las tesis de Solé Tura sobre el pensamiento de Enric Prat de la Riba, muestra la “manipulación ideológica” que se oculta tras el “fantasma del catalanismo popular, izquierdista y obrerista” que carece de base histórica factual. El recurso al “catalanismo popular” por parte de ECP revela una línea de continuidad de sumisión de la izquierda catalana a los postulados del nacionalismo, ahora reconvertido al independentismo, que dificulta extraordinariamente convertirse en una alternativa política a la hegemonía ideológica del independentismo pues se batirán en un marco ideológico donde ERC y CUP tendrán siempre las de ganar.

Las tesis de Pisarello
El artículo de Gerardo Pisarello, primer teniente de alcalde del Ayuntamiento de Barcelona, titulado Els comuns, el processsime i la conquesta de noves sobiranies puede servir para ilustrar las contradicciones de la vieja y la nueva izquierda catalana respecto a la cuestión nacional. El texto se publicó en el digital El Crític, cercano a ICV, y es una respuesta al artículo de Jordi Muñoz, Els Comuns i l’independentisme: punt i seguit,  donde el autor intenta explicar las claves del enfrentamiento entre el independentismo de izquierdas y los Comunes. Muñoz apuesta por un acuerdo estratégico entre ambos vectores para construir un “bloque histórico” que propicie un cambio político en Catalunya y resuelva de manera democrática la cuestión nacional.

Francisco Pi y Margall
En su réplica Pisarello proclama la defensa del derecho a la autodeterminación de su partido y reconoce que, entre un 30% y 40% de sus electores, se declaran independentistas. A su juicio, el espacio de los Comunes no tiene ningún problema con el independentismo, sino con su formato “procesista” que permite a Convergència, mantener la dirección política del mismo. El dirigente podemita critica el carácter excluyente y noucentista de la nación catalana propugnada por el independentismo versión ANC y reivindica, como hizo Pasqual Maragall en su día, “la tradición rica y plural del catalanismo popular y social” de Roca Farreres, Pi y Margall, Maurín, Nin, Campalans, Comorera e incluso de los anarquistas Salvador Seguí y Joan Peiró. Una amalgama donde se mezclan protoindependentistas como Roca Farreres, federalistas como Pi y Margall, que nunca fue catalanista o anarquistas opuestos al catalanismo –no al hecho diferencial catalán- como Seguí y Peiró.
A su juicio, la solución radica en “preparar un escenario para un futuro entendimiento entre las fuerzas soberanistas del país, independentistas y no independentistas, con una hegemonía de las izquierdas”. La manera de conseguirlo no serían unas elecciones autonómicas, sino unos comicios constituyentes que “elabore un marco jurídico soberano para Catalunya”. Esta República o Estado soberano podría plantearse o bien la independencia o bien federarse o confederarse libremente con España que sería la apuesta de los Comunes.

Andreu Nin y Joaquin Maurín.
Unas tesis que evocan las defendidas por Joaquim Maurín que propugnaba –por decirlo en términos modernos- la deconstrucción del Estado español con la proclamación de la independencia de los pueblos y naciones que lo componen que posterior y libremente decidirían confederarse. Unos planteamientos que fueron duramente criticados por Andreu Nin quien consideró que eran tributarios del nacionalismo pequeño-burgués y defendió la constitución de una República Federal Ibérica pactada entre la República ibérica y las nacionalidades que la componen sin procedimientos unilaterales como hacía Maurín. Nin propugnó, con argumentos leninistas, el derecho de autodeterminación de las nacionalidades. Ahora bien, consideraba que esta consulta debería ser impulsada por los nacionalistas, pero no por los comunistas cuyo eje de acción política se situaba en el terreno social. De hecho, estas discrepancias impidieron que Nin se integrase en el Bloc Obrer i Camperol (BOC) de Maurín, hasta que Maurín aceptó las tesis de Nin que pasaron a formar parte del programa del Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM), fundado en 1935.
Efectivamente, el carácter unilateral de la propuesta de Pisarello se alza como un grave obstáculo para impulsar, con las fuerzas progresistas del resto del Estado, el abrir una estrategia común hacia la Tercera República Federal. Además, facilita la subordinación ideológica y política del espacio de ECP al independentismo de izquierdas representado por ERC y CUP.

La izquierda catalana debería abandonar los viejos lugares comunes ideológicos, como el denominado “catalanismo popular” que les sumergen en un relato histórico, no sólo ficticio, sino políticamente favorable al independentismo de izquierda. Sería pues necesario que trabajasen en la elaboración de una propuesta original y propia para la que no faltan precedentes históricos como el encarnado por Pi y Margall o Andreu Nin

No hay comentarios:

Publicar un comentario