¿Cómo funciona una sociedad en la que una cuarta parte de la población está desempleada? Sobre comunismo familiar, drenaje de cerebros y la copia del modelo exportador alemán.
Johannes Schulten
Armando Fernández Steinko es profesor de Sociología en la
Universidad Complutense de Madrid
Las cifras del
desempleo en España acaban de alcanzar un nuevo récord de casi cinco millones
de personas, eso son casi el 22% de la población activa. Cómo puede funcionar
una sociedad en la que casi una cuarta parte está en el desempleo?
Para empezar:
no es un récord tan nuevo. Es la tercera vez que la cifra del desempleo sobrepasa
en España el 22%. La primera vez fue en 1985/86, la segunda en 1993/94. No se trata, por tanto de un problema
coyuntural sino de razones estructurales que anidan en la economía española aún
cuando haya que tener en cuenta naturalmente la crisis financiera. ¿Cómo es
posible vivir en un país en el que
en 25 años se han sobrepasado por tres veces estos porcentajes? En mi opinión
hay dos explicaciones importantes. En primer lugar el comunismo familiar…..
¿Podría explicar esto mejor?
En España, la familia es una institución solidaria de primer
orden. Funciona al margen del mercado y relativamente bien. Varias generaciones
consiguen convivir juntas sin demasiados conflictos. Esto no ha sido siempre
así, pues en los últimos años de la dictadura de Franco y en los años de la
transición se produjeron rupturas generacionales muy importantes en el seno de
las familias españolas. Pero desde los años 1980 se ha ido implantando en las
familia una especie de armonía funcional. A pesar de los conflictos latentes
que siempre se dan entre generaciones, la situación social presiona para que la
cosa funcione razonablemente bien. Hoy hay dos millones de familias en España
en las que ningún miembro tiene un trabajo estable y en casi un millón y medio
de ellas todos sus miembros están en el desempleo. Los ingresos derivados de
los trabajos temporales y ocasionales –tanto los generados en la economía
sumergida como en la economía no sumergida- se meten en un bote y luego se
reparten dependiendo de las necesidades de cada uno.
¿Y el segundo motivo?
El altísimo porcentaje de hogares propietarios de la casa que habitan. Son los porcentajes más altos del mundo junto con los de Nueva
Zelanda: casi el 90% de todos los hogares en la actualidad, el 70% de los pisos ya
totalmente pagados aunque con tendencia a la caída debido a los desahucios.
Esto es el resultado paradójico de las políticas sociales del franquismo que no tenían margen de maniobra económico-fiscal para hacer políticas
de bienestar comparables a las de los otros países de Europa. Eso llevó al
Régimen a desarrollar una política
basada en la creación de propietarios con el fin de proporcionarles un mínimo
bienestar y de paso afianzar los valores conservadores. Esto ha llegado a ser
tan importante que incluso en las crisis de las décadas de los años 1980 y 1990
siguió aumentando el porcentaje de propietarios en España. El mercado de
trabajo es rabiosamente precario, la única estabilidad de la que disponemos es
la que proporciona la propiedad de los bienes inmuebles. Es un elemento central en la estrategia
de vida de muchas familias.
¿Es este el motivo
por el cual la protesta social sigue ausente en grandes segmentos de la
sociedad? Parece como que la gente se arregla y que va saliendo del paso…
¿De que no se haya producido una especie de estallido
revolucionario? Hay grandes problemas sociales pero de aquí no se derivan
automáticamente reacciones políticas. España es una sociedad de clases, no una
sociedad de familias. Los hijos de los profesionales urbanos tienen o
están en vías de obtener un diploma universitario pero incluso ellos tienen que
vivir con sus padres después de cumplir 30 años. No encuentran trabajo y si lo
encuentran este no guardan relación con el nivel de conocimientos que han
alcanzado en la universidad. Esto es una experiencia nueva para una generación
que ha sido educada con un mensaje meritocrático: estudia duro, trabaja duro y
prosperarás en la vida. Pocas de estas promesas pueden llegar a cumplirse hoy y la tijera
entre cualificaciones y ocupaciones va en aumento. Es una tijera altamente explosiva políticamente que, por cierto, también se da en los ambientes urbanos
contestatarios de las grandes ciudades del norte de África donde se encubaron
las primaveras árabes, en ciudades con alta densidad de estos grupos sociales como Estambul, El Cairo o las grandes ciudades brasileñas. El movimiento de los indignados se ha alimentado sobre todo
de jóvenes que sufren los efectos de esta tijera que no por casualidad están
profundamente decepcionados del sistema político y económico. En otros
ambientes la solidaridad familiar contribuye a frenar la protesta, aunque no a
evitarla del todo y es un fenómeno nuevo el que los padres de los "indignados" los apoyen en sus protestas en las plazas: también los padres empiezan a estar seriamente indignados. Las clases populares desarrollan hoy por hoy reacciones más bien conservadoras frente a la crisis. Los hijos de los autónomos con un pequeño negocio, por ejemplo, que se han ausentado menos de estos espacios de solidaridad familiar porque han tenido menos margen para hacerlo. Es imposible llevar un bar o un pequeño
negocio sin recurrir de forma permanente a la ayuda familiar. De hecho, el
porcentaje de personas casadas en estos ambientes de los trabajadores autónomos
es el más elevado del país. Curiosamente es aquí donde han aumentando más los divorcios: las mujeres soportan cada vez menos la asimetría impuesta por el pequeño empresario-patriarca y padre de familia. También aquí reina el comunismo familiar, pero hoy
por hoy se trata de un comunismo más bien conservador y, desde luego, sumamente asimétrico en términos de género.
Muchos emigran. Al
menos Berlín está lleno de jóvenes españoles entre 20 y 30 años.
Son los que pueden emigrar, los más cualificados, los
jóvenes que sufren esta tijera en España o que no han encontrado ni siquiera un trabajo que esté por debajo de sus cualificaciones. Es una ola migratoria comparable a la venida a Europa de las
clases medias latinoamericanas tras la crisis de los años 1980 y 1990 en sus
países de origen provocada, por cierto, por circunstancias financieras también comparables. Son los que disponen de saberes, de conocimientos, de algo con lo
que negociar en el mercado de trabajo, los que emigran a otros países. Siempre ha sido así: los que emigran no son mayormente los que menos tienen sino los que pueden valerse por sí mismos en un ambiente desconocido y normalmente bastante hostil.
La señora Merkel está
buscando ingenieros españoles
Alemania se ahorra el dinero que nuestro Estado del bienestar,
es decir, nuestro trabajo y nuestro endeudamiento, han destinado a formar a todas
esas personas que ahora se pasean por Berlín. Sus conocimientos son ahora
utilizados productivamente por las empresas alemanas y no por las españolas que
no los demandan porque producen bienes y servicios de baja calidad o porque no tienen trabajo que ofrecer. No es la primera vez que sucede. Desde hace años, incluso antes de la crisis, se observa una emigración de profesionales españoles de la sanidad a Gran Bretaña, por ejemplo. Están muy cualificados y además traen a los hospitales y ambulatorios británicos cualificaciones sociales propias de las sociedades mediterráneas (capacidad de comunicación con los pacientes y los compañeros de trabajo), cualificaciones que resultan altamente relevantes para el funcionamiento de las empresas privadas modernas, y mucho más aún de los centros hospitalarios.
Si hacemos caso a los
medios de comunicación alemanes, los españoles que pierden su trabajo están arropados
por una red social relativamente segura. ¿Como funciona la protección por
desempleo en España?
No hay mucha protección sobre todo si se compra con los
estándares centroeuropos. Las
familias sin ningún ingreso pueden solicitar una renta mínima de inserción de
400 euros mensuales. El no tener que pagar alquiler reduce efectivamente los
gastos de las familias, también de las familias más pobres. La cantidad percibida por desempleo
representa el 70% del salario regular. Una familia media con dos hijos percibe
un mínimo de 660 euros y un máximo de 1.400 euros, aunque por un período
limitado de un mínimo de 4 y un máximo de 24 meses en los casos en los que el
trabajador tenía un contrato fijo. Por cada año trabajado se reciben cuatro
meses de paro. La nueva reforma laboral del Partido Popular va a reducir aún más este precario colchón redistributivo.
Los
socialistas han salido del gobierno. Aún cuando no hicieron cambios
estructurales han intentado en los últimos ocho años mantener cierto equilibro
social. Desde el 21 de diciembre gobierna el partido conservador de Mariano
Rajoy que ha anunciado programas de recorte. ¿Cuantos recortes puede aguantar
la sociedad española?
Hoy por hoy, nadie sabe con exactitud dónde están los
limites de las politicas de recorte, tampoco lo saben ni los griegos ni los
portugueses. Al principio, los socialistas españoles intentaron repartir socialmente las carga de la
crisis. Cuando las agencias de calificación degradaron la calificación de la
deuda soberana española se produjo una situación de pánico. El resto lo hizo la
presión de la Señora Merkel: ese fue el principio del final de la era Zapatero.
Las políticas de reparto equilibrado de los costes de la crisis llegaron a su
fin y en ese sentido no es de esperar que las políticas del Partido Popular
cambien a mejor. Es el precio que tiene que pagar el centro-izquierda español por hacerse arrojado ya en los años ochenta a los brazos de los mercados financieros. Si no afrontas el problema del empleo no hay estado del bienestar sostenible por muy progresista que sea tu discurso.
El Partido Popular sabe esto muy bien. También sabe que la lucha contra el
desempleo tiene una prioridad absoluta si quiere mantener el poder. El Ministro
de Economía ha dicho últimamente que no hay Estado del bienestar sin trabajo.
Tienen razón. Los socialistas no han relacionado lo suficientemente ambas cosas
entre sí: se han concentrado en desarrollar argumentos puramente morales y redistributivos sin
perder mucho tiempo en reflexionar sobre cómo producir exactamente lo que luego pretende ser distribuido siguiendo los principios de la solidaridad y el humanismo. Esta es una visión idealista de la realidad que al Partido
Popular no le ha costado mucho rebatir. Repito, porque me parece central para entender las paradojas del sistema económico y político hispano: no hay estado del bienestar sin una sociedad
del trabajo mínimamente saneada. En realidad esto es válido para todo los países. La particularidad española es que aquí es necesario intervenir en las grandes correlaciones sociales para darle una solución estructural al problema del desempleo. Algo parecido está sucediendo ahora en cada vez más países capitalistas desarrollados a medida en que avanza el neoliberalismo. La particularidad española reside en el enorme peso social que ha acumulado históricamente la renta frente al trabajo.
¿Pero dónde se pueden
crear puestos de trabajo? La locomotora de la construcción está parada…
Este es un gran misterio. El gobierno apuesta por la
recuperación de los mercados exteriores para crear empleo, es decir, por copiar
el modelo alemán. Con esta política, los alemanes –desde luego con la
colaboración activa de las élites españolas- han hecho trizas la industria
española y eso es lo que parece que quiere hacer Rajoy con otros
países. El Ministerio de Economía está dirigiendo hoy las futuras relaciones exteriores concentrándose en la exploración de nuevos mercados en América Latina, Asia y
China para los productos españoles. Para eso va a utilizar todo lo que encuentre por ahi: la lengua hablada por 400 millones, el fútbol, los éxitos del deporte español, todo. Confía en que los países a los que dirigen sus exportaciones sigan creciendo y pretende enganchar la economía española a dicho crecimiento. Luego
está la posibilidad de seguir destruyendo: destruyendo la salud humana y la
tasa de natalidad evitando el cumplimiento de las más elementales normativas de seguridad e higiene en el trabajo y absteniéndose de hacer políticas familiares activas, destruyendo
el patrimonio natural, es decir, recalificando más zonas hasta ahora no urbanizables etc.
Pero España no
dispone de un sector exterior competitivo, no es posible improvisar uno sin
más. Para ello haría falta endeudarse y bajar los salarios….
El endeudamiento está prohibido ahora en Europa. ¿Qué puede
exportar España? No hay que subestimarlo, es un problema de tiempo y de reorganización interna de la economía y de los recursos de los que se dispone. Hay muchas empresas en España con gente que sabe hacer muchas cosas: en telecomunicaciones, en automoción y sus componentes, en construcción
naval, en maquinaria mecánica que sigue siendo un sector clave con un elevado efecto potencial de multiplicación tecnológica y algunas cosas más, muchas menos que hace 15 o 20
años, pero no son cosas despreciables. El problema es que el modelo de exportación alemán asumido por las élites europeas ha convertido a España en un importador
de mercancías alemanas. Justamente ahora que tenemos que intentar cambiar las
cosas en este sentido, poner en marcha una reconversión profunda de nuestra
estructura productiva, de nuestro modelo energético, urbano y de transportes, justamente ahora que el dinero es abundante y los tipos más bajos que nunca en la historia, viene
la Señora Merkel para impedirlo bloqueando toda posibilidad de endeudamiento productivo con la disculpa de que el endeudamiento ha servido hasta ahora sólo para el consumo, por cierto, de productos alemanes. Otra vez con la complicidad de nuestras élites
políticas, insisto. En mi opinión, la elevada cualificación de la población activa y las
dimensiones de nuestro mercado nacional hace posible la reconstrucción de un
sector productivo propio. Lo que hace falta es inversión y eso es justamente lo
que ahora nos prohibe la señora Merkel: Alemania quiere ser el único país
productor y condenar al resto a su
condición de consumidores. Cuando no tengamos dinero tendremos que vender nuestro patrimonio natural y cultural para poder seguir endeudándonos con el fin último de seguir comprando BMW y Audis alemanes.
La posición de Alemania realmente no huele bien. En el sur
de Europa tenemos la impresión de que el actual gobierno alemán quiere ver al resto de Europa convertida
en un campo de cenizas en el que sólo florece su propia producción y la
de sus satélites exportadores (Austria, Finlandia y los Países Bajos). El resto
estamos condenados a no tener nunca nada con capacidad de generar empleo, valor, de producir de forma sostenible. El resultado es nuestra transformación en países de segunda e irreversiblemente dependientes. Es la traslación de las relaciones de dependencia norte-sur en el mundo al contexto de la Unión Europea. Sólo espero que los países del sur empecemos a ponernos de acuerdo para impedirlo.
Sumamente interesante. Saludos
ResponderEliminarBuenísima entrevista Armando.
ResponderEliminarMuy interesante. Con tu permiso, enlazaré tu entevista a mi blog. Saludos.
ResponderEliminarClaro, ameno de leer, divulgativo... estremecedor. Muchas gracias!
ResponderEliminarLa renta mínima de inserción no es redistributiva. Es meramente asistencial o caritativa. No busca reducir la desigualdad, busca hacerla mínimamente soportable o busca ser una especie de coartada: "Estamos haciendo algo para ayudaros, pero no podemos hacer más".
ResponderEliminarPor otro lado, ¿Quien paga impuestos en este país? Cuando el gobierno regala 3000 euros a una pyme ¿Quien paga esos tres mil euros?
Hay redistribución de renta en España, pero esta es profundamente regresiva.
Toda transferencia es distributiva, otra cosa es si contribuye a reforzar la desigualdad o a mitigarla
EliminarPocholo
ResponderEliminarIndependientemente del sentido específico que se le atribuya a la palabra "redistribución" en la jerga fiscal, las ayudas asistenciales son, esencialmente, redistributivas. La caridad también es una forma de redistribución -en este caso entre particulares-. El concepto de redistribución expresa por tanto un principio muy general: unos pagan, otros reciben. Cuando los primeros tienen más que los segundos se trata de una redistribución progresiva.
De acuerdo. Yo creo que se trata de un concepto de contenido muy general y fundamental para entender la propia historia de la civilización humana: las ciudades y las civilizaciones conocidas se basan en el principio de la redistribución y generan una realidad social, cultural y antropológica muy especial
ResponderEliminar