La crisis económica de 2008 marca un antes y un después en la historia política de España. Tras una evolución ascendente de las fuerzas progresistas, que culminó con el éxito de las candidaturas conjuntas en las grandes ciudades del país, se aprecia una tendencia más bien inversa: la crisis abrió oportunidades para avanzar hacia la ruptura con las políticas neoliberales, hacia la regeneración del Estado sobre bases democráticas y hacia la formación de un eje de países mediterráneos con capacidad de enfrentarse coordinadamente a las políticas de austeridad. El fracaso de la conformación de listas unitarias, la ligera mejora de la situación económica y la agenda impuesta por la dinámica independentista, han frenando los apoyos a las fuerzas más comprometidas con la regeneración del país. Hasta los atentados en París del 13-N, que ha incorporado el problema de la seguridad y de la guerra contra el ISIS a la agenda política, había/hay tres grandes temas que iban a predeterminar en buena medida el voto a las próximas elecciones: (1) la crisis económica, (2) el tema nacional-territorial y (3) la regeneración ética de las instituciones. A estos tres se suma ahora un cuarto que se deriva justamente de las consecuencias de los atentados en París (4).
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sábado, 21 de noviembre de 2015
martes, 3 de noviembre de 2015
A. Santamaría: 27S Entre el empate infinito y la ingobernabilidad (publicado en El Viejo Topo nov. 2015)
El carácter plebiscitario de los comicios caló en el electorado como demuestra la elevada participación (77,44%) que batió todos los registros históricos en unas elecciones al Parlament de Catalunya. El incremento de la participación (+7,8%) se concentró principalmente en los distritos tradicionalmente abstencionistas de las ciudades y barrios de la periferia del Área Metropolitana de Barcelona y Tarragona. Mientras en Vic la participación aumentó el 3,72%, en Sant Adrià del Besos o Santa Coloma de Gramenet aumentó el 9,62 % y 9,23%, respectivamente; aun así la participación fue 6,8% superior en Vic que en Santa Coloma. De esta manera se rompió el tradicional abstencionismo dual y selectivo característico de las autonómicas catalanas donde en los distritos nacionalistas se verificaban elevados índices de participación mientras en los barrios del área metropolitana se concentraba una elevada abstención que no se repetía en las elecciones generales, en las que se votaba masivamente a favor de las fuerzas de izquierda, particularmente a los socialistas. Un factor clave para explicar las reiteradas victorias de CiU en las elecciones autonómicas en la etapa autonomista.
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